Estoy sentada mirando hacia la chica de la maquina de discos. ¡Qué horterada! ¿a qué hombre puede gustarle semejante cardado-pelo-paja?, la chica es exhuberante no cabe duda, una imitadora de Pamela Andersson de septima categoría. El fotógrafo debe ser insuperable en creatividad ¿donde venderán esas cananas de balas para ametralladora?.
Sobre el mostrador hay un falso techo de escayola, apenas se ven debido a la poca luz existente, pero aún están ahí los adornos de navidad ¿de qué navidad serán?.
Entra un hombre con un maletín grande, negro, va muy bien vestido. De pronto el Tucán es un ir y venir de chicas hacia él, solo permanecemos sentadas Giovana y yo, ella me mira, yo hago que no me doy cuenta. Las chicas comienzan a subir a las habitaciones y a bajar con dinero que le pagan y él les va dando recibos, a algunas les entrega un recibo, a otras la cajita con la correspondiente joya que le compraron tiempo atrás. Venden a plazos, si, pero la chica tiene que fiarse, le vas pagando y cuando le has pagado todo te da la joyita correspondiente. El hombre tomó posesión de una mesa en un reservado y allí hace sus intercambios de joyería. Me fijo de reojo en Giovana, va cargada de oro, anillos en casi todos los dedos y una medalla que seguro tiene la imagen de algún hijo.
-¿A las españolas no les gustán las alhajas? -me pregunta-
-supongo que a algunas si y a otras no
-¿a vos?
-ni fu ni fa, cuando veo alguna bonita la compro pero tampoco es que me pierda por eso
-Rafael tiene cosas bonitas
-puede
-cuando voy por la calle no suelo ver a las españolas con mucho oro, en Colombia nos encanta
-no lo se, nunca estuve allá. Es tu hijo, -pregunto señalando el colgante de su cuello- no lo veo bien
-noooo cariño -me lo muestra cogiendolo entre sus dedos-
Es una cabeza de serpiente mostrando sus colmillos grabada sobre una plaquita de oro. Supongo que nota mi cara de extrañeza:
-Tu llevas un puñal, yo una serpiente -me dice con cierta sorna-
No queda otra que sonreir.
Decido acercarme al vendedor de joyas, por curiosidad y por matar el rato más que nada, no creo que de momento me vaya a hacer rica con la clientela que va a entrar. En un club las dos primeras horas son practicamente muertas, solo entra algún que otro cliente más despistado que otra cosa, gente que va en ruta y decide hacer una parada, a veces ni para follar, simplemente por tomar algo viendo carne y caras bonitas, muchas veces acercarse a ellos es más perder el tiempo que otra cosa.
Muchas chicas ya terminaron sus transaciones con el vendedor de joyas y le piden a los camareros alguna copa, combinados más o menos fuertes: vodka con lima, whisky con ginger ale, bacardí con limón... Las brasileiras envuelven su copa en una especie de posavasos que, con las dobleces adecuadas, confeccionan con una servilleta y sujetan la copa justamente por él. A alguna le pregunté el por qué, a tres o cuatro, todas respondieron lo mismo: e chique. No lo hacen por la gran utilidad que eso pudiese tener, supongo que lo vieron en alguna telenovela y les parece eso: chic. En general las sudamericanas que trabajan en éste negocio carecen de una gran cultura. Cuando no son analfabetas suelen leer mal, escribir peor y su nivel de estudios no va mucho más allá de la primaria nuestra, hay excepciones pero pocas. Sin embargo casi todas éstas chicas aparentan todo lo contrario pero casi siempre por sus ademanes, gestos, uso de las palabras adecuadas. Generalmente el hombre que acude a un lugar como el Tucán no viene a que disertemos de metafisica, de algebra o de nanotecnología. Viene a lo que viene, a distenderse o a follar, así que no es dificil disimular la falta de cultura y conocimientos, con ser educada es más que suficiente. A veces viene algún pedante que trata de deslumbrarnos con sus conocimientos sobre los más variados temas, con saber escuchar y hacerse la interesada basta, eso y no otra cosa, creo que es lo que busca el pedante que acude a puticlubes. Recuerdo hace tiempo en un club extremeño fronterizo con Portugal, un portugués hablaba a gritos contra los españoles, venía a decir más o menos que España toda había pertenecido alguna vez a Portugal, el pobre idiota debió de dar con una de las pocas brasileiras medio instruidas (o que le gustaba leer) y la chica -por lo que contó después- le comenzó a llevar la contraria razonadamente, el cabrón ignorante terminó mandandola a la mierda con toda la mala baba del mundo. Acabó en la calle con una patada en el culo, lo echaron los camareros. No es bonito ponerse a gritarle en un club a una chica que es una puta de mierda y otras lindezas, debido a las cuales sus conocimientos sobre historia son nulos. El caso es que así van las sudamericanas, con detallitos como el del posavasos y otros muchos conquistando a unos y a otros, sintiendose por escasos minutos las reinas del glamour. Al principio, cuando comencé a trabajar en clubes de carretera me preguntaba de donde sacarian esos detalles "chics", las poses, sus formas de hablar, de ladear la cabeza, de fumar, de sentarse, no tardé mucho en descubrirlo: de las telenovelas.
Algunas chicas siguen con sus copas, pidiendolas o tomandolas, lo hacen para animarse, a muchas se les hace dificil comenzar a trabajar sin "coger el puntillo", alguna que otra va al baño, no son pocas las que se meten algún que otro pericazo a lo largo de la noche.
El joyero se da cuenta de mi presencia mientras miro sus muestrarios, no hay nada que me interese, trae lo tipico, un montón de piezas bonitas, muchas de ellas realmente delicadas pero nada del otro mundo, también trae algunos cordones y esclavas para hombres, suelen comprarlas los propietarios de los clubes, algún que otro camarero o nosotras mismas para nuestras parejas aunque estilamos más el sello con unas iniciales. Yo nunca compré nada para ninguna pareja, aún no conocí a nadie que merezca semejante atención por mi parte.
Me pregunta si desearía alguna cosa, le digo que no, que solo curioseaba, se extraña de encontrar una española, charlamos de alguna trivialidad y me pregunta por el puñalito que llevo al cuello, le digo que es una baratija y enseguida me pica
-sería muy elegante en platino
En un vendedor de club no hay cliente, ellos son como nosotras, van a lo que van, a hacer dinero, la oferta y la demanda, así que...
-Serias tan cutre de recomendarme está mierda en tu joyería
-Bueno mujer, a tus compañeras...
Me voy sonriendole, he visto entrar a dos clientes... se me adelantaron unas brasileiras. Creo que Giovana se dio cuenta de mi cara de fastidio, cuando vuelvo a sentarme junto a ella me explica:
-No te preocupes cielo -dice con retintin-, no te perdiste nada, son vendedores de ropa
El joyero ya está saliendo por la puerta, al pasar a mi lado aprovecha para tocar carne, me da un par de palmaditas en la rodilla y me susurra para que no lo escuche Giovana
-Para ti haría la gargantilla más bella y delicada que pudiera verse en el mundo, quedaría preciosa en ese cuello.
Sonrio y pregunto:
-¿gratis?
Se va sonriendo.
Casi todas las chicas están en un reservado, uno de los vendedores de ropa fue a por dos bolsones inmensos de género, hay un gran jaleo. No es ropa normal, es ropa que decimos nosotras "de trabajo", suelen traerla de Brasil: minivestidos, tangas o bikinis en color fosforito, minfaldas, tops... Ropa con la que no se puede, bueno sería mejor decir no se debe, de ir por la calle, a no ser que quieras hacer que los albañiles se caigan de los andamios. Ni me acerco, no me cabe ni una pieza de ropa más en la maleta y la tengo practicamente toda nueva, seguro que si me acercase terminaría comprando algo y además... ahora si entran tres hombres y Giovana se les está acercando contoneando las caderas, supongo que no los querrá todos para ella.
Creo, por lo que he visto, que Giovana no tiene muchas amigas en el club, no se por qué, pero tampoco es plan de meterme a lo bestia detrás de ella en brazos de alguno de los chicos. Me coloco cerca, es mejor esperar a que ella me haga una indicación, una mirada, o que al menos alguno de los chicos me mire. No es bueno pisar el terreno de otra chica por las bravas y menos el de una tia que lleva como amuleto la cabeza de una serpiente con ganas de morder.
Sobre el mostrador hay un falso techo de escayola, apenas se ven debido a la poca luz existente, pero aún están ahí los adornos de navidad ¿de qué navidad serán?.
Entra un hombre con un maletín grande, negro, va muy bien vestido. De pronto el Tucán es un ir y venir de chicas hacia él, solo permanecemos sentadas Giovana y yo, ella me mira, yo hago que no me doy cuenta. Las chicas comienzan a subir a las habitaciones y a bajar con dinero que le pagan y él les va dando recibos, a algunas les entrega un recibo, a otras la cajita con la correspondiente joya que le compraron tiempo atrás. Venden a plazos, si, pero la chica tiene que fiarse, le vas pagando y cuando le has pagado todo te da la joyita correspondiente. El hombre tomó posesión de una mesa en un reservado y allí hace sus intercambios de joyería. Me fijo de reojo en Giovana, va cargada de oro, anillos en casi todos los dedos y una medalla que seguro tiene la imagen de algún hijo.
-¿A las españolas no les gustán las alhajas? -me pregunta-
-supongo que a algunas si y a otras no
-¿a vos?
-ni fu ni fa, cuando veo alguna bonita la compro pero tampoco es que me pierda por eso
-Rafael tiene cosas bonitas
-puede
-cuando voy por la calle no suelo ver a las españolas con mucho oro, en Colombia nos encanta
-no lo se, nunca estuve allá. Es tu hijo, -pregunto señalando el colgante de su cuello- no lo veo bien
-noooo cariño -me lo muestra cogiendolo entre sus dedos-
Es una cabeza de serpiente mostrando sus colmillos grabada sobre una plaquita de oro. Supongo que nota mi cara de extrañeza:
-Tu llevas un puñal, yo una serpiente -me dice con cierta sorna-
No queda otra que sonreir.
Decido acercarme al vendedor de joyas, por curiosidad y por matar el rato más que nada, no creo que de momento me vaya a hacer rica con la clientela que va a entrar. En un club las dos primeras horas son practicamente muertas, solo entra algún que otro cliente más despistado que otra cosa, gente que va en ruta y decide hacer una parada, a veces ni para follar, simplemente por tomar algo viendo carne y caras bonitas, muchas veces acercarse a ellos es más perder el tiempo que otra cosa.
Muchas chicas ya terminaron sus transaciones con el vendedor de joyas y le piden a los camareros alguna copa, combinados más o menos fuertes: vodka con lima, whisky con ginger ale, bacardí con limón... Las brasileiras envuelven su copa en una especie de posavasos que, con las dobleces adecuadas, confeccionan con una servilleta y sujetan la copa justamente por él. A alguna le pregunté el por qué, a tres o cuatro, todas respondieron lo mismo: e chique. No lo hacen por la gran utilidad que eso pudiese tener, supongo que lo vieron en alguna telenovela y les parece eso: chic. En general las sudamericanas que trabajan en éste negocio carecen de una gran cultura. Cuando no son analfabetas suelen leer mal, escribir peor y su nivel de estudios no va mucho más allá de la primaria nuestra, hay excepciones pero pocas. Sin embargo casi todas éstas chicas aparentan todo lo contrario pero casi siempre por sus ademanes, gestos, uso de las palabras adecuadas. Generalmente el hombre que acude a un lugar como el Tucán no viene a que disertemos de metafisica, de algebra o de nanotecnología. Viene a lo que viene, a distenderse o a follar, así que no es dificil disimular la falta de cultura y conocimientos, con ser educada es más que suficiente. A veces viene algún pedante que trata de deslumbrarnos con sus conocimientos sobre los más variados temas, con saber escuchar y hacerse la interesada basta, eso y no otra cosa, creo que es lo que busca el pedante que acude a puticlubes. Recuerdo hace tiempo en un club extremeño fronterizo con Portugal, un portugués hablaba a gritos contra los españoles, venía a decir más o menos que España toda había pertenecido alguna vez a Portugal, el pobre idiota debió de dar con una de las pocas brasileiras medio instruidas (o que le gustaba leer) y la chica -por lo que contó después- le comenzó a llevar la contraria razonadamente, el cabrón ignorante terminó mandandola a la mierda con toda la mala baba del mundo. Acabó en la calle con una patada en el culo, lo echaron los camareros. No es bonito ponerse a gritarle en un club a una chica que es una puta de mierda y otras lindezas, debido a las cuales sus conocimientos sobre historia son nulos. El caso es que así van las sudamericanas, con detallitos como el del posavasos y otros muchos conquistando a unos y a otros, sintiendose por escasos minutos las reinas del glamour. Al principio, cuando comencé a trabajar en clubes de carretera me preguntaba de donde sacarian esos detalles "chics", las poses, sus formas de hablar, de ladear la cabeza, de fumar, de sentarse, no tardé mucho en descubrirlo: de las telenovelas.
Algunas chicas siguen con sus copas, pidiendolas o tomandolas, lo hacen para animarse, a muchas se les hace dificil comenzar a trabajar sin "coger el puntillo", alguna que otra va al baño, no son pocas las que se meten algún que otro pericazo a lo largo de la noche.
El joyero se da cuenta de mi presencia mientras miro sus muestrarios, no hay nada que me interese, trae lo tipico, un montón de piezas bonitas, muchas de ellas realmente delicadas pero nada del otro mundo, también trae algunos cordones y esclavas para hombres, suelen comprarlas los propietarios de los clubes, algún que otro camarero o nosotras mismas para nuestras parejas aunque estilamos más el sello con unas iniciales. Yo nunca compré nada para ninguna pareja, aún no conocí a nadie que merezca semejante atención por mi parte.
Me pregunta si desearía alguna cosa, le digo que no, que solo curioseaba, se extraña de encontrar una española, charlamos de alguna trivialidad y me pregunta por el puñalito que llevo al cuello, le digo que es una baratija y enseguida me pica
-sería muy elegante en platino
En un vendedor de club no hay cliente, ellos son como nosotras, van a lo que van, a hacer dinero, la oferta y la demanda, así que...
-Serias tan cutre de recomendarme está mierda en tu joyería
-Bueno mujer, a tus compañeras...
Me voy sonriendole, he visto entrar a dos clientes... se me adelantaron unas brasileiras. Creo que Giovana se dio cuenta de mi cara de fastidio, cuando vuelvo a sentarme junto a ella me explica:
-No te preocupes cielo -dice con retintin-, no te perdiste nada, son vendedores de ropa
El joyero ya está saliendo por la puerta, al pasar a mi lado aprovecha para tocar carne, me da un par de palmaditas en la rodilla y me susurra para que no lo escuche Giovana
-Para ti haría la gargantilla más bella y delicada que pudiera verse en el mundo, quedaría preciosa en ese cuello.
Sonrio y pregunto:
-¿gratis?
Se va sonriendo.
Casi todas las chicas están en un reservado, uno de los vendedores de ropa fue a por dos bolsones inmensos de género, hay un gran jaleo. No es ropa normal, es ropa que decimos nosotras "de trabajo", suelen traerla de Brasil: minivestidos, tangas o bikinis en color fosforito, minfaldas, tops... Ropa con la que no se puede, bueno sería mejor decir no se debe, de ir por la calle, a no ser que quieras hacer que los albañiles se caigan de los andamios. Ni me acerco, no me cabe ni una pieza de ropa más en la maleta y la tengo practicamente toda nueva, seguro que si me acercase terminaría comprando algo y además... ahora si entran tres hombres y Giovana se les está acercando contoneando las caderas, supongo que no los querrá todos para ella.
Creo, por lo que he visto, que Giovana no tiene muchas amigas en el club, no se por qué, pero tampoco es plan de meterme a lo bestia detrás de ella en brazos de alguno de los chicos. Me coloco cerca, es mejor esperar a que ella me haga una indicación, una mirada, o que al menos alguno de los chicos me mire. No es bueno pisar el terreno de otra chica por las bravas y menos el de una tia que lleva como amuleto la cabeza de una serpiente con ganas de morder.