11.06.2006

5.- Rota

Los abuelos son simpaticos, parecen surgidos de alguna antigua película de corte erótico, por su forma de vestir y de comportarse me recuerdan un poco a esas imagenes eróticas de principios de siglo pasado, solo les falta llevar un sombrerito de esos que llamaban "panamá" fabricados en paja y con una cintita bordeando su contorno a modo de banderita, esos que utilizan los militantes yankis en periodos electorales. Se pasan el rato haciendonos beber Moet, ellos apenas beben, solo quieren que bebamos nosotras, creo que el gran macetero que hay en el reservado con una planta artificial no tiene el tipico orificio inferior para el drenaje del agua, entre Natalia y yo llevamos ya dos botellas de Moet, ellos no creo que bebiesen más de dos copas cada uno y piden otra. Le hablo a Natalia al oido, será mejor que busque a otras dos amigas, no colará que bebamos tanto y no estemos borrachas, Natalia me dice al oido que no hay problema, solo tenemos que hacer que estamos borrachas, el problema es que no tengo mucha experiencia en hacer tal cosa yo no bebo, solo me emborraché una vez, una borrachera de esas tontas de instituto en una fiesta de cumpleaños, trato de hacer que estoy con el puntillo y los abuelos aprovechan para tocar más carne, para meterme mano más descaradamente, estoy sentada en las piernas del que parece más mayor, mete su mano entre ellas y me babea todo el cuello, con su dedo acaricia mi entrepierna, lo hace con delicadeza pero siento algo de asco, me coge del cuello, casi la cabeza y trata de girarmela hacia él, quiere darme un beso en la boca, le doy un no rotundo, casi enfadada, supongo que me mandará a freir churros y pedirá que venga otra chica, pero no, bromean entre ellos sobre mi recato, yo me rio y abro las piernas para que toque más, Natalia acude en mi ayuda, me acaricia el muslo izquierdo y les cuenta algo sobre mi inocencia y lo delicioso que debe de ser pervertirme, ellos rien.

El local comienza a llenarse, mientras el abuelo me babea el cuello y me mete mano entre las piernas puedo observar la barra por una rendija que dejan las pesadas cortinas del reservado, está a rebosar de hombres, las chicas van y vienen entre los clientes, apenas se paran con ellos, de cuando en cuando veo que alguna chica pasa frente a esa rendija camino de las habitaciones. Los abuelos me tienen ya aburrida, espero que quieran hacer algo, no me imagino aquí toda la noche muerta de asco haciendo que bebo champán con un abuelo babeandome el cuello y tocandome el coño, ¡Qué demonio! ahora ya me babea las tetas, los dos abuelos se inventaron un juego: el que está con Natalia le bajó el top y le ofreció al amigo probar las tetas de ella y el que está conmigo hizo lo propio, así que durante un rato tuvimos a dos abuelos chupeteandonos los pezones. Ahora la sensación que tengo es una mezcla de asco y pena hacia ellos, si cierro los ojos para no verlos es peor, me imagino a un bebé lleno de arrugas que me soba y chupetea los pezones y de cuando en cuando, con los ojos inyectados en sangre, que percibo en la oscuridad, dice alguna frase amable, casi estoy sintiendo nauseas, no se si es el champán o por que me está magreando un abuelo, por curiosidad toco su entrepierna, su miembro está totalmente flacido, el lo toma como un cumplido y parece que reacciona, aprieta uno de mis pechos, casi me hace daño.

Me da que Natalia está tan aburrida como yo de su abuelete, quizás también asqueada, se levanta y se pone a bailar una especie de samba que está sonando en el local, los abuelos alaban su arte, de nuevo, quizás sin saberlo, Natalia me vuelve a echar una mano, me coge del brazo y me pide, casi ordena, que baile con ella, entre risas digo que no se, ella se hace cargo de la situación y finge que me enseña, yo hago lo que puedo. Hace tiempo que creo que las brasileñas nacen con algún defecto en la osamenta de la base de la columna vertebral, por eso son capaces de realizar esos movimientos con el culo, mil veces me han explicado como mover los pies para lograr eso, pero lo que yo hago, aunque pueda dar el pego, no se asemeja en nada al vertigo que logran algunas chicas de ese país, hago lo que puedo. Los abuelos confirman lo que yo se: ¡Que maravilla! ¡Como se mueven las brasileiras! Mi abuelo, cortés, me coge y me vuelve a llevar a su regazo, alega que no hay nada como "la carne del país", yo rio como si me encantase ser "carne del país". Natalia grita de pronto:

-Voçes não van a ir a o cuarto con nosoutras, que coisa vai a ser ista ¡ne!

Los abuelos comienzan a bromear que eso es muy caro y yo tercio que vale practiacamente menos que el Moet que estan tomando. Natalia me guiña un ojo. Los abuelos miran sus relojes y comienzan a decir que es hora de retirarse, que sus señoras los van a matar, comienzan a recomponer sus vestimentas ayudados por Natalia y por mi, si nos pusiesen unas batas blancas pareceriamos enfermeras en un geriatrico ayudandoles a vestirse, los acompañamos a la puerta mientras nos aseguramos que lo hayan pasado bien "¡de maravilla!" -dicen- se despiden con la promesa de volver.

Natalia me cuenta que casi nunca suben, siempre hacen la misma rutina, cree que sus pollas no se levantan y solo vienen de cuando en cuando a palpar carne joven.

La barra está llena de clientes de todo tipo, camioneros con el tipico chaleco acolchado azul y su camisa de cuadros, jovenes con el pelo cenicero y camisetas ceñidas, jovenes vestidos con trajes muy corrientes, señores con pinta de ganaderos o agricultores, uno saca un fajo de billetes atado con su correspondiente goma para pagar algo, hombres vestidos con trajes elegantes y caros, y en medio de todos ellos chicas, aparentemente calmadas, tranquilas, que van y vienen, están hablando con un posible cliente pero su mente está en el siguiente que está por allí solo, esperando que otras no nos adelantemos si falla el que están camelando.

Nadie nos trajo algo de picar como había dicho Giovana, le pregunto a Fran por qué no nos trajeron nada y me contesta todo tranquilo que aún podemos ir a cenar, le digo que es una putada ir ahora, el local está hasta los topes.

-Puedes cenar tranquila, va a estar así hasta casi la hora de cierre.

Nos vamos a cenar, el resto de las chicas ya cenaron. Creo que un club de alterne en el aspecto culinario es algo digno de ver, no se en otros colectivos donde el personal de una empresa coma en trabajo como se hace, pero me lo imagino: un menú con tres primeros platos y tres segundos de lo más normalito, casi platos combinados, algo comodo de hacer y que sea agradable y rapido de comer, no lo se con seguridad pero me lo imagino así.

En un club la cosa es muy distinta y el cocinero o cocinera suele ser un verdadero artista en cocina internacional: platanos fritos para venezolanas y colombianas, arroz en abundancia para toda sudamerica, a veces harina de mandioca, que según las brasileñas sabe riquisima y a mi no me sabe a nada, carnes casi crudas para las chicas de los paises del este, muchos huevos para las colombianas, las he visto comer algo que a mi me haría vomitar: un montón de arroz en el que abren varios huevos crudos, revuelven eso y se lo zampan tan tranquilas, las brasileñas se extrañan de algo muy basico para cualquier española: el pan, no comen pan, si lo comen es más por curiosidad que por otra cosa, ellas sustituyen el pan por el arroz. También se verá "caraotas" negras si la que las pide es una venezolana o colombiana, incluso alguna cubana que cae de cuando en cuando por estos lares o "feijon" (leer feixón) si quien habla es una brasileña. Hay comida normal y corriente, el tipico filete con patatas, una sopa castellana, un caldo, cierto que si, pero a la vez te encuentras esas otras cosas en una especie de self service en la mayoría de los casos que según llegas te sirves lo que deseas. Le pregunto a la cocinera si no hay ensalada y se ofrece a hacerme una, como también un filete de ternera, soy de poco comer, no por tendencia a engordar ni nada por el estilo, solo soy así.

Natalia después de comer se fuma un cigarro, yo tomo un café mientras hablamos de los clientes que había en el local y las posibilidades de cada uno, me explica que en el Tucán todo va muy rapido, cuando terminemos de comer posiblemente ya se hayan ido más de la mitad de ellos y entrado otros tantos nuevos. En el Tucán como en casi todas las plazas es absurdo fijarse en un cliente u otro para tratar de vislumbrar a cual se le puede sacar más, a una plaza casi el noventa por ciento vienen a follar, piden algo, llega la chica, si les gusta van con ella a la habitación y asunto arreglado, si un chico rechazó a tres chicas casi nunca se acercará otra, es un tarado que solo viene a recrearse la vista, si esperase por alguna se lo diría a la primera o segunda que se le acerca y se la llamariamos, si no dice nada pues que siga ahí, alegrandose las retinas.

Del comedor se sale por el mismo local donde están los clientes, a la derecha y al fondo según se entra a éste hay unas grandes cortinas, detrás de ellas hay un escenario con su barra para streeptease, generalmente las cortinas están cerradas, según me cuenta Natalia, a eso de las una de la madrugada el jefe o algún camarero las abre y las chicas podemos hacer un streep, el jefe te paga sesenta euros por hacerlo, lo hacen muchos clubes y no está mal, en un momento dado puedes no tener ningún cliente a la vista y te ganas sesenta euros, vamos, como si tuvieses un cliente pero sin tener que follar, aunque casi no se que es peor, si follar con uno o que te follen con la vista cincuenta, además, me lo dice Natalia como si fuese algo insolito cuando es lo más normal del mundo "voçe pode traer um disco coa música que goste", supongo que es el primer lugar de España en el que está que pasa esto, no lo se. Las puertas del comedor-cocina están tras esas corti
nas también, ocultas tras un biombo con flores de plastico. Cuando aparecemos en el local justo damos a una esquina de la barra y ahí, justo ahí, comienzan los hombres, hay dos solos, de mediana edad y aspecto agradable, bromean entre ellos algo sobre que detrás de la cortina aparecen chicas o que detrás de la cortina hay una reserva de chicas, no me entero muy bien, aprovechamos para quedarnos a su lado y camelarlos.

A los dos minutos estamos subiendo Natalia y yo al piso superior a darle a la jodienda, rapido que hay más, con el primero aprovecho para lavarme los dientes.

La noche se convierte en el más duro sube y baja, ningún cliente pide nada especial, solo subir y follar, así hasta las cuatro de la mañana, subo, me desnudo dejandome las botas, muevo el culo, mi cliente se corre y ya comienzo a vestirme para bajar:

-venga cari, que se pasa la media hora y me multan
-joder, tia, tranquila, que solo llevamos un cuarto

Yo voy a peinarme y retocarme el maquillaje, en una plaza no tienes que tener mucho miramiento con los clientes, en otro local me enrollaría mejor, me quedaría tumbada junto a ellos mientras fumas un pitillito pero aquí no, al fin y al cabo posiblemente no vuelva a ver en mi vida a ninguno de ellos y hay al menos medio centenar de hombres abajo esperando a una chica para subir, así que no me sirve de gran cosa ser enrollada con ellos.

Siempre me pregunté que pasa por la mente de los chicos cuando vuelves con ellos al local, algunos te invitan a una copa, otros simplemente se van o toman una copa solos mientras tu vas hacia otro hombre, a tu eterna labor de cameladora, algunos que acaban de subir contigo y están allí consumiendo algo te miran, supongo que están confirmando para si que hicieron una buena elección, pero siempre me pregunto que pasa por sus cabezas cuando se dan cuenta de que, en lugares como el Tucán, pasas de ellos olimpicamente, como mucho un par de palabras corteses y un par de besos en la mejilla para despedirlos. Creo que si fuese chico me sentiría triste al llegar a ese punto, yo creo que soy minimamente cortés, pero en otras chicas me he fijado y practicamente resultaría un desprecio lo que hacen, si yo fuese chico, claro.

Como no soy chico y soy puta bastante tengo con lo mio, que no es poco, algunos no es que te desprecien cuando te vas de su lado, comienzan ya a despreciarte cuando te acercas a ellos, no con sus palabras, es más con la intencionalidad de éstas, o directamente haciendote saber lo bajo que has caido, lo abajo que estás en la escala social. A veces los hay hasta moralistas, tipo sacerdote que trata de salvarte, de redimirte y que para ello no duda en insultarte. Una vez uno me pegó, me dio una bofetada que me tiró al suelo, mi delito había sido muy simple, con el tiempo y por conveniencia logré disimular el acento de la región de donde soy, así que si me preguntan al respecto suelo decir que de Palencia, pues apareció un palentino que no soportaba la idea de que una paisana fuese puta y me atizó una bofetada que me hizo temblar todos los huesos de la cara, acabó mal, las putas somos como somos, con nuestros defectos y virtudes, pero en eso creo que somos solidarias, se le echaron todas encima y detrás los camareros, más a poner orden que a otra cosa, el palentino acabo como un Ecce Homo. Menos mal que me dio con la mano abierta y no me dejó marcas, me dolió la cabeza durante dos dias, lo que más me jodió y a la vez más risa nos dio a posteriori es que yo no soy palentina.

A las dos de la mañana me duele casi todo, sobre todo de la cintura para abajo de tanto mover la cadera, el pecho también de tanto como me lo sobaron. Dos chicas colombianas deben de pensar que es la primera plaza que hago y se burlan de mis andares, de paso preguntan con cierta sorna si me voy a hacer todos los clientes yo sola, están sentadas descansando en unos taburetes y opto por hacer lo mismo

-Ahora cuando os levanteis para haceros a alguno me reiré yo de vuestra forma de caminar.

Comentamos lo matadoras que son las plazas, sobre todo el primer día, Un hombre que está apoyado en la barra en plan Humprey Bogart me hace un gesto con el dedo para que me acerque, no pregunta ni cuanto ni como, cuando le comienzo a explicar me dice que ya lo sabe y para arriba que nos vamos. Estoy deseando que den las cuatro, solo quiero una cama, pero sin ningún hombre en ella. Llevaba seis meses sin hacer una plaza, estoy cansada, rota, creo que en algún momento me romperé por la mitad. No debí de empezar a trabajar hoy.